El descubrimiento del colmillo de mastodonte es de gran importancia para Honduras y Centroamérica, a criterio del director del IHAH, Virgilio Paredes.

 

El momento esperado llegó. Los ojos del mundo, en lo que respecta al ámbito científico, han estado puestos en Honduras. Ayer por fin, cerca de las 2:00 de tarde, fue extraída la pieza paleontológica que corresponde al colmillo de un mastodonte.

 

El fósil, que según expertos arqueólogos y paleontólogos tiene entre 10 mil y 15 mil años, se encontró en una de las paredes ubicadas en la entrada del estacionamiento de la Corte Suprema de justicia (CSJ).

 

La extracción del colmillo de las entrañas del subsuelo, donde se encontraba depositado desde hace miles de años, no fue sencilla.

 

La pieza de 1.35 metros de largo, cuando fue retirada por los expertos Walter Murcia y Aníbal Godoy este último profesor de la carrera de Geología de la Universidad Politécnica de Ingeniería (UPI), se fragmentó en uno de sus extremos debido a su estado delicado y a que estaba expuesta a las condiciones del clima.

 

Previo a su extracción, las autoridades del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) convocaron a la prensa nacional e internacional a una conferencia donde se habló del hallazgo y la importancia de conservarlo.

 

A este evento asistieron Bernard Martínez, ministro de Cultura, Artes y Deportes, autoridades de la CSJ, la Universidad Politécnica de Ingeniería (UPI) y alumnos del Instituto San Juan, entre otras personas.

 

Histórico y trascendental

 

El impresionante hallazgo de esta pieza, reportado a inicios del mes de junio por personal de la CSJ, comprueba el paso de especies prehistóricas por el país. Asimismo, ubica a Honduras y particularmente a la capital en un corredor científico en el campo arqueológico y paleontológico, y evidencia que hay mucho que aportarle al mundo.

 

La extracción del fósil se calificó como un hecho histórico y trascendental. Durante tres semanas consecutivas, expertos arqueólogos y paleontólogos del IHAH realizaron una titánica labor de largas horas para sacar la pieza y que esta no se dañara.

 

Y es que no todos los días ocurre el hallazgo de un colmillo de Proboscídeo, que pertenece a la orden Dentata y tiene muchas probabilidades de ubicarse en la especie Rincotherium hondurensis, más conocida como mastodonte, antecesor del elefante actual y dos veces más grande que este.

 

De aquí se desprende la necesidad de preservar y garantizar la conservación del colmillo.

 

Según el gerente del IHAH, Virgilio Paredes, la extracción de este fósil, cuya especie fue muy común en el corredor centroamericano, se realizó de manera inmediata por varias razones.

 

Las condiciones del clima que han imperado en la capital en los últimos días, es decir la exposición al aire, y el suelo donde se mantuvo guardado por años hicieron que la pieza se fragmentara.

 

“La extracción del colmillo es necesaria, urgente para evitar que esta pieza se dañe más de lo que se ha venido deteriorando, para luego remitirla a los laboratorios y hacer los estudios e investigaciones que corresponden”, manifestó Paredes.

 

El proceso que ha implicado el rescate de este colmillo de mastodonte ha sido arduo, comenzando por el terreno que, según los expertos, es muy compacto.

 

Esta zona capitalina, donde en años anteriores se encontró también una costilla de mastodonte, está conformada por una excesiva cantidad de óxidos de solicato, rocas como arenisca, ceniza volcánica y roca balsámica, componentes naturales parecidos al cemento.

 

El hondureño Walter Murcia, arqueólogo con amplios conocimientos en paleontología, fue el encargado de la extracción de esta pieza. Con anterioridad, el experto trabajó en la consolidación, proceso necesario para la conservación del fósil. Murcia reveló que llegó a identificarse con el colmillo de mastodonte, tanto así que le dolió cuando la pieza se fragmentó.

 

“Se logró extraer, pero lastimosamente en fragmentos, cosa que no podíamos evitar por las condiciones climáticas; al oxigenarse el colmillo, provocó que este se fragmentara”, comentó.

 

Otro aspecto que dificultó la labor es que dentro de la pieza fueron encontradas raíces de plantas que lo fueron deteriorando, razón por lo que fue preciso cubrir con yeso la pieza para retirarla, lográndose al menos unos cien centímetros.

 

“Yo me he sentido parte de esta pieza, casi dos semanas y media conviviendo con ella, y al verla desmoronarse sentí que se me cayó el mundo; pero esto habría que esperarlo”, señaló. Dr. Aníbal Godoy, geólogo y director ejecutivo del Instituto de Geociencias de Honduras de la Universidad Politécnica de Ingeniería, prestó su servicio ad honórem para ayudar a recuperar el colmillo.

 

“Esta pieza para la historia tiene un valor incalculable, pero hago una recomendación: que al momento de ser encontradas, su extracción debe hacerse rápida para evitar su deterioro”, manifestó Godoy. En la zona del hallazgo se harán nuevas investigaciones porque hay muchas probabilidades de encontrar más piezas.

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